Cada día lo mismo:
Café solo, largo de agua y corto de café,
un azucarillo y la prensa por favor.
Unas manos cuidadas, y bronceadas, uñas
meticulosamente perfectas, que llevan la taza de café a los labios.
Esta caliente y eso le hace levantar la
vista del periódico para con el ceño fruncido protestar entre dientes por no
haberlo puesto a la temperatura adecuada, después de tanto tiempo siendo
cliente supongo piensa que es lo mínimo.... Vamos, hazlo ya, sabes que estoy
ahí, como cada martes, en mi rincón semi escondida, para muchos pero totalmente
visible para ti.
A qué esperas para mirarme?
Miro mi reloj y veo pasar los minutos,
es una historia que se repite ya dos meses y siempre con la misma
Mecánica e idéntico protocolo, tú
me miras, yo te miro , jugamos a ver quién aguanta más la mirada, tu intensa y
llena de promesas, yo desafiante y ansiosa por ver el siguiente paso...entre
sorbo y sorbo de café en silencio fluyen mil imágenes, que nos clavan durante escasos
30 minutos a nuestras sillas sin rechistar.
El tiempo se acabó, bajando la vista a
mi bolso me levanto y pasando por tu lado avanzo hasta el lavabo, mis ojos
dicen, otro día mas en el q serás un perfecto desconocido, a mi paso intuyo tu
mirada seguirme, mis caderas lo saben y en deliberada venganza por otro día de
no avance, se deshacen en un baile sutil y melodioso para tus ojos.... Tan solo
para ti.
La puerta del baño se cierra tras de mi
para volver a abrirse en décimas de segundos, y más rápido aun unos brazos me
aprisionan contra la pared dejándome frente a frente ante ti....
No hablas aun, tus ojos ya no juegan a
prometerme, ahora me desafían a callar o actuar.
Y ante mi silencio sonríen de medio lado
mientras con aire triunfal se apoderan de mis labios con unos dientes suaves
pero exigentes.
Tu pierna entre las mías se hace más
hueco y tu mano moldea una cadera aprovechando la subida de esa falda que hace
tan solo unos minutos acunaba mis andares hacia el baño.
En la estancia huele a pasión contenida
y pecado, y promete una perversión tan embriagadora que solo puedo embestir con
mis caderas en frenética respuesta a lo que ofreces.
Un ruido lejano separa tu paraíso del
mío devolviéndote a la realidad, yo aun con los ojos cerrados y la boca entre
abierta protesto por tu abandono y exijo tu regreso.
Pero todo ha terminado, desapareces en
las sombras y en tu lugar aparece la camarera apestando a cigarrillos y
saludando con esa voz chillona.
Cuando salgo no hay rastro de ti, al
menos en tu mesa.
Recojo mis cosas aturdida y salgo al
exterior buscando ordenar mi cabeza, y esperando de nuevo llegue el próximo
martes y esto q volví a imaginar por fin se haga realidad...
FIN.
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