Y las horas pasan en silencio, el
teléfono no suena, y a la puerta nadie llamara, lo sé, somos demasiado
iguales como para no prever tu siguiente paso.
Dejaras pasar el tiempo, levantando una
barrera cada vez más infranqueable, para ambos, en nombre de un título absurdo,
que te dará el privilegio de ser el vencedor.
Todas las caricias y sonrisas de hasta
ahora nuestras noches, pasaran a un plano inexistente para dejar paso a
un orgullo y una dignidad mal entendida.
Y yo... Yo mientras esperando, aguardare
ese milagro que me libere de esta prisión auto impuesta en la que no puedo
permitirme dejarte ganar un solo milímetro del espacio que nos hemos marcado,
aunque con ello te pierda y por ello mis pupilas dejen de brillar.
Si, tu allí y yo aquí.
Tu tan fuerte, y yo tan herida, tu tan
agredido, y yo tan cargada de unas razones que cada vez tienen menos peso en
este saco que llevamos a nuestras espaldas, pero que ya no recordamos ni de que
está lleno.
Me acerco a la ventana buscando
distracción, desplazo la cortina, y una tarde gris y plomiza me saluda
lanzando, pequeñas gotas de lluvia,.. Juego con el cristal respirando contra él
y dibujando monigotes absurdos, que me hacen burla constante.
Un transeúnte, envuelto en su abrigo
sujeta más firmemente su capucha, contra él, mientras se mimetiza con la pared
en la que se apoya, lleva tanto tiempo ahí, que no puedo evitar sentir lastima
por él.
A quien espera que no llega? Que le
mantiene ahí ?contra viento y marea, si sobradamente sabemos tanto el como yo
que después de tantas horas, ese alguien no acudirá...creo que sabe que le
observo, aunque cuando cubierto con su capucha mira hacia donde estoy yo,
disimulo haciendo cualquier bobada, como volver a empañar el cristal con mi
respiración o seguir con el dedo esas gotas de lluvia que hace rato se
convirtieron en ríos contra mi ventana y la calle.
Son más de las 12 de la noche y el único
cambio que hay en su imagen es el de una pierna apoyada en la pared o la otra.
Siento frió al
verlo, de sus ropas caen auténticos chorros de agua, pero ahí sigue, aguantando....
Es hora de dormir, le miro una última
vez en señal de despedida y al hacerlo me siento un poco traidora, por
abandonarlo allí yo también.
Apago las luces y con un último suspiro
cierro los ojos para intentar olvidar este día en el que no he parado de pensar
en ti y echarte mortalmente de menos.
La mañana trae un sol radiante, que tal y
como ayer hacia la lluvia contra mi cristal hoy lanzara sus rayos juguetones
contra mi cara al asomarme. Inconscientemente busco a mi compañero de lluvia,
pero no hay rastro de él.
El sol dificulta mi vista hacia ese el lugar donde se
encontraba ayer, pero creo ver algo en la pared que anoche no estaba.
Con esfuerzo consigo centrar mi vista:
Una lágrima seguida de mil más me hacen, reconocer TU escritura:
Tú ganas princesa, sin ti, soy nada.
FIN.
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